sábado, 16 de agosto de 2014

Tormentas

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El Señor le dijo: "Sal y quédate de pie en la montaña, delante del Señor".

Y en ese momento el Señor pasaba. Sopló un viento huracanado que partía las montañas y resquebrajaba las rocas delante del Señor. Pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, hubo un terremoto. Pero el Señor no estaba en el terremoto.
Después del terremoto, se encendió un fuego. Pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó el rumor de una brisa suave.


Mateo 14,22-33.

En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.
Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra.
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman".
Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua".
"Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él.
Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: "Señor, sálvame".
En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?".
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.
Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: "Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios".




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¿Qué barca es a la que Jesús obliga a los discípulos a subir antes que él?

¿No sería la lucha contra las tentaciones y las circunstancias difíciles?

Los Discípulos, en medio de la tormenta, estaban agobiados y asustados, hasta que llegó él. ¿Qué se quiere decir con esto?

NADA HACEMOS sin la presencia de Cristo en nuestro pensamiento, en nuestras vidas. No lograremos llegar a la otra orilla, pues, nos dejaremos ahogar por las dificultades y tentaciones. La calma llegará cuando le encontremos.

La oración que Jesús hace a su Padre, otorga que los discípulos no sufra ningún daño mientras que el mar, las olas y el viento se ensañaban contra ellos. JESÚS es nuestro mediador, afinca tus bases en él y nunca se desmoronarán. Cristo intervendrá para el perdón de nuestros pecados. Búscale, No caigas, LEVANTATE... El mal te quiere en el piso VENCIDO.

Nosotros nos enfrentaremos con problemas o tentaciones inevitables, acordémonos que Jesús nos obligó a embarcarnos y zarpar.

No es posible alcanzar la otra orilla sin pasar por la prueba del oleaje y del viento huracanado. Luego, cuando nos veamos rodeados por numerosas y penosas difícultades, pensemos siempre en los momentos dificiles, que nuestra barca está en el medio del mar, y que este oleaje busca "hacer naufragar nuestra fe".

VAMOS PUES! a la búsqueda exhaustiva, mantengámonos firmes, por muy tedioso y complicado se os muestre el camino.


El Hijo de Dios llegará andando sobre las aguas y calmando la tempestad.
¡Dios les Bendiga!
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